domingo, 3 de octubre de 2010

Huyendo del fracaso


Ahora, al leer lo que acabo de escribir, me doy cuenta de que estas cosas sólo se hacen cuando te sientes mal por dentro. Es una forma de expresar lo que sientes sin que nadie te juzgue, sin miedo al qué dirán. Y como ya he dicho antes, es el miedo lo que nos impide mirar hacia delante. ¿Pero qué sería de nosotros sin el miedo? Nada. No seríamos nada. El miedo es lo que hace que la vida cobre sentido, lo que hace que nos levantemos  cada mañana con esa inquietud de saber si hoy será el día. Pero nunca lo es. Y pasan días y días y nosotros seguimos en el mismo sitio, en el miso rincón, esperando el momento, la oportunidad.  Pero nunca llega. Y es que simplemente nos conformamos con esperar. A veces es mejor que lanzarte al vacío. A veces es mejor ser cobarde y seguir esperando que hacerte el valiente y confirmar que todo tu tiempo en la sala de espera solo ha servido para que el doctor te diga que puedes irte ya a casa. Que todo el tiempo que has invertido no ha servido para nada, que no hay nada que hacer. No sé, es más fácil huir. Y yo llevo huyendo toda mi vida. No creo que nadie me encuentre nunca a no ser que yo me deje, y eso es bastante improbable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario